Desbloquea el presupuesto de tu corredor ecológico El truco que no conocías para ahorrar

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A professional urban planner, fully clothed in a modest business suit, observing the revitalized Manzanares River in Madrid. The scene features lush green riverbanks, clear water, and a modern pedestrian bridge in the background. People are seen enjoying the natural space in appropriate attire. Natural daylight, high-quality professional photography, realistic rendering, perfect anatomy, correct proportions, natural pose, well-formed hands, proper finger count, natural body proportions, safe for work, appropriate content, fully clothed, professional.

Cuando hablamos de corredores ecológicos, es fácil caer en la imagen idílica de la vida silvestre moviéndose libremente, ¿verdad? Pero la verdad es que, más allá de la belleza natural, su construcción y mantenimiento implican una considerable inversión económica.

Siempre me ha intrigado cómo se justifican estos gastos y de dónde provienen los fondos. Como alguien que ha seguido de cerca proyectos de sostenibilidad, he notado que el aspecto financiero es a menudo el más complejo y el que genera mayores debates, especialmente en tiempos de ajustes presupuestarios.

¿Son una inversión inteligente o un lujo? Esa es la pregunta que muchos se hacen. ¡Vamos a explorarlo en detalle!

Mi experiencia me dice que, aunque los costos iniciales puedan parecer desalentadores, la visión a largo plazo es crucial. Los proyectos más exitosos que he conocido rara vez dependen de una única fuente de financiación.

De hecho, la tendencia actual apunta a modelos híbridos: una combinación de fondos públicos —ya sean subvenciones europeas o nacionales, como los Fondos Next Generation EU en España, que impulsan la economía verde— junto con la creciente participación del sector privado.

Es fascinante ver cómo conceptos como los ‘bonos verdes’ o la ‘inversión de impacto’ están ganando terreno, atrayendo a inversores que buscan no solo rentabilidad, sino también un impacto positivo en el medio ambiente.

Personalmente, cuando pienso en el futuro, imagino una mayor integración de los corredores ecológicos en la infraestructura urbana inteligente, donde su valor se cuantifique no solo en términos de biodiversidad, sino también por los servicios ecosistémicos que proporcionan: purificación del aire, gestión del agua y, sí, incluso bienestar humano, lo que a su vez puede reducir costos sanitarios a largo plazo.

El desafío, claro está, sigue siendo la medición precisa de este retorno de inversión intangible. Cómo convencemos a los ayuntamientos o a las empresas de que invertir millones hoy evitará costos mucho mayores mañana por la pérdida de servicios naturales.

Recuerdo una charla con un urbanista que me decía: “Al final, es una cuestión de educación y visión. Si la sociedad percibe el valor, el dinero aparece.” Y creo firmemente que ahí reside la clave, en comunicar los beneficios económicos directos e indirectos, y no solo los ecológicos.

Además, la aplicación de nuevas tecnologías como el análisis de datos masivos o la inteligencia artificial para predecir los beneficios ecológicos y económicos de estas infraestructuras está transformando la forma en que los proyectos se planifican y justifican.

Esto nos permite optimizar rutas y diseños, haciendo la inversión más eficiente.

La clave, como bien se mencionó, reside en comunicar el valor real de estas iniciativas. Y aquí es donde mi experiencia me dice que la narrativa se vuelve tan importante como los números.

No se trata solo de salvar una especie, que ya es noble, sino de entender cómo la naturaleza, cuando se le da espacio, nos devuelve beneficios tangibles.

Pienso en todas esas veces que he caminado por un espacio natural recuperado, ¡la diferencia es palpable! El aire más puro, el sonido del agua, la calma.

Eso tiene un valor incalculable para nuestra salud mental y física, algo que, a la larga, también se traduce en menos gastos para los sistemas de salud pública.

La Diversificación de la Inversión: Más Allá de las Arcas Públicas

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Cuando empecé a interesarme por estos temas, siempre pensaba que la responsabilidad de financiar los corredores ecológicos recaía exclusivamente en el estado o en las grandes instituciones. Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta de que el panorama es mucho más complejo y, afortunadamente, más diverso. La dependencia de una única fuente de financiación es un riesgo, especialmente en un contexto de constantes fluctuaciones económicas. Por eso, la verdadera resiliencia de un proyecto se construye sobre una base de financiación múltiple y creativa. Esto implica no solo buscar subvenciones, sino también atraer al sector privado y, lo que es más emocionante para mí, la participación ciudadana activa.

1. El Rol Creciente del Capital Privado y la Inversión de Impacto

Recuerdo una conversación con un colega inversor que me decía: “Antes, la sostenibilidad era un coste; ahora, es una oportunidad”. Y no puedo estar más de acuerdo. Estamos viendo un auge en los fondos de inversión que buscan proyectos con un claro impacto ambiental y social positivo. Los ‘bonos verdes’, por ejemplo, son una herramienta fantástica. Permiten a las empresas o gobiernos obtener financiación para proyectos sostenibles, y a los inversores les ofrecen la posibilidad de rentabilidad junto con la satisfacción de contribuir a un futuro mejor. Personalmente, me fascina cómo esto democratiza de alguna manera la inversión en conservación, permitiendo que más actores se sumen a la causa. He seguido de cerca varios proyectos en los que grandes corporaciones han destinado parte de sus beneficios a la restauración de ecosistemas, no solo por imagen, sino porque ven un valor real en la resiliencia que estos corredores aportan a sus cadenas de suministro y a la estabilidad de los recursos naturales de los que dependen. Es una tendencia que, sinceramente, me llena de esperanza.

2. Fondos Europeos y Nacionales: Catalizadores del Cambio Verde

Es innegable que los fondos públicos siguen siendo un pilar fundamental. En España, los Fondos Next Generation EU han marcado un antes y un después. Estos fondos, diseñados para impulsar la recuperación económica post-pandemia con un enfoque en la transición verde y digital, han canalizado una cantidad sin precedentes de recursos hacia proyectos de infraestructura verde, incluyendo, por supuesto, los corredores ecológicos. Recuerdo leer las convocatorias y sentir una verdadera emoción al ver cómo la sostenibilidad pasaba de ser un apéndice a ser el centro de la agenda. Estos fondos no solo aportan capital, sino que también obligan a una planificación rigurosa, a la colaboración interinstitucional y a la medición de resultados, lo cual es esencial para asegurar que la inversión sea efectiva y transparente. Además, la colaboración con otras regiones europeas a través de estos programas nos permite aprender de sus experiencias y replicar modelos exitosos, evitando errores y optimizando los recursos.

El Valor Oculto: Retorno de Inversión Ecológico y Social

El gran desafío es siempre cómo ponerle un precio a la naturaleza, ¿verdad? Es una pregunta que me persigue desde que empecé en este mundo. Pero he aprendido que no se trata solo de un precio, sino de un valor multidimensional que se revela con el tiempo. Los corredores ecológicos no son solo franjas de vegetación; son auténticos pulmones urbanos, filtros de agua, refugios para la biodiversidad y, crucialmente, espacios de bienestar para las personas. El impacto en la salud pública, la calidad de vida y la resiliencia de nuestras ciudades es algo que no se cuantifica en los balances habituales, pero que representa un ahorro futuro enorme.

1. Servicios Ecosistémicos y su Impacto Económico Indirecto

Cuando hablamos de “servicios ecosistémicos”, muchos piensan que es un concepto abstracto. Pero te aseguro que es muy real. Un corredor bien diseñado puede reducir la necesidad de infraestructuras de drenaje de aguas pluviales costosas porque el suelo absorbe el agua de lluvia. Puede mitigar el efecto de “isla de calor” en las ciudades, reduciendo la necesidad de aire acondicionado y, por tanto, el consumo energético. Recuerdo un estudio en Valencia que estimaba el ahorro potencial en costes de salud y energía gracias a sus espacios verdes. ¡Era una cifra asombrosa! Además, la presencia de estos espacios verdes aumenta el valor inmobiliario de las propiedades cercanas, lo que a su vez genera más ingresos fiscales para los ayuntamientos. Esto demuestra que la inversión en naturaleza no es un gasto, sino una estrategia inteligente para construir ciudades más eficientes y habitables. Es como sembrar una semilla que dará frutos en muchos aspectos, no solo en la belleza del paisaje.

2. Beneficios Sociales y el Fortalecimiento de la Cohesión Comunitaria

Más allá de lo puramente ecológico o económico, está el componente humano, que para mí es el más emocionante. Los corredores ecológicos se convierten en lugares donde la gente interactúa con la naturaleza y entre sí. Son espacios para pasear, hacer ejercicio, observar aves o simplemente sentarse a respirar. En mi ciudad, he visto cómo un parque lineal que conecta varios barrios se ha convertido en el corazón de la vida social, fomentando un sentido de comunidad y orgullo local. Esto no solo mejora la calidad de vida, sino que también puede reducir problemas sociales al ofrecer alternativas saludables de ocio y esparcimiento. Un estudio reciente en Madrid destacaba la correlación entre la proximidad a zonas verdes y la mejora de la salud mental de los ciudadanos. Creo que este aspecto social, aunque difícil de cuantificar en euros, es fundamental para la justificación de estos proyectos.

Estrategias Innovadoras para la Captación de Fondos

Como en cualquier ámbito, la innovación es clave para superar los desafíos. En el mundo de la financiación de corredores ecológicos, esto significa ir más allá de las subvenciones tradicionales y explorar vías menos convencidas pero con gran potencial. Me he dado cuenta de que la creatividad en la búsqueda de financiación es tan importante como la creatividad en el diseño del corredor mismo. Aquí es donde entra en juego la visión a largo plazo y la capacidad de tejer alianzas inesperadas.

1. Crowdfunding y Mecenazgo Empresarial con Enfoque Sostenible

La democratización de la inversión llega también al público general a través de plataformas de crowdfunding. ¡Es una pasada! La gente común puede aportar pequeñas cantidades de dinero a proyectos en los que creen. He participado en varias campañas de este tipo para iniciativas locales de reforestación o creación de pequeños oasis urbanos, y la respuesta suele ser abrumadora. La gente quiere ser parte de la solución. Además, el mecenazgo empresarial ha evolucionado. Las empresas ya no solo donan por filantropía, sino que integran la sostenibilidad en su estrategia de marca y responsabilidad social corporativa. Ver a grandes compañías patrocinar la restauración de un río o la creación de un paso de fauna demuestra que la conciencia ambiental se está arraigando en el mundo empresarial.

2. Modelos de Financiación Basados en Resultados y Bonos de Impacto Social

Esto es algo que me entusiasma particularmente por su enfoque innovador. Los Bonos de Impacto Social (BIS) o los esquemas de pago por resultados son instrumentos financieros donde los inversores proporcionan capital para programas que buscan lograr resultados sociales o ambientales específicos. Si se alcanzan esos resultados, el pagador (a menudo un gobierno o una fundación) reembolsa a los inversores su capital más un retorno. Esto obliga a una medición muy precisa y a una rendición de cuentas que beneficia a todos. Imagínate: invertir en la restauración de un humedal y que la rentabilidad esté ligada a la mejora de la calidad del agua o al aumento de ciertas poblaciones de aves. Esto es el futuro de la financiación sostenible.

Fuentes de Financiación Comunes para Corredores Ecológicos en España
Tipo de Fuente Ejemplos Concretos Ventajas Desafíos
Fondos Públicos Fondos Next Generation EU, Programas LIFE (UE), Ministerios de Transición Ecológica, Ayuntamientos Grandes volúmenes de capital, legitimidad institucional, impulso político Burocracia, ciclos de financiación, criterios estrictos
Inversión Privada Bonos Verdes, Inversión de Impacto, Fondos ESG, Mececenazgo Empresarial Acceso a capital diverso, innovación financiera, enfoque en rentabilidad sostenible Necesidad de proyectos “invertibles”, medición de impacto, riesgo de “greenwashing”
Financiación Ciudadana Crowdfunding, Asociaciones locales, Voluntariado Empoderamiento comunitario, conciencia pública, flexibilidad en proyectos pequeños Volúmenes limitados, sostenibilidad a largo plazo, coordinación

Casos de Éxito y Lecciones Aprendidas en España

No hay nada como ver ejemplos concretos para entender el verdadero potencial de estas ideas. En España tenemos proyectos fantásticos que demuestran que la visión y la colaboración pueden transformar el paisaje y la vida de las personas. Personalmente, me he emocionado al visitar algunos de ellos y ver cómo una idea se convierte en realidad tangible. Estos casos no solo son fuente de orgullo, sino también de valiosas lecciones sobre cómo optimizar la financiación y la gestión.

1. La Restauración del Río Manzanares en Madrid: Un Corredor Urbano Revitalizado

Este es un ejemplo que siempre me gusta destacar porque lo he vivido de cerca. La renaturalización del Manzanares en Madrid, pasando de un canal a un río vivo, es un testimonio de lo que se puede lograr con voluntad política y una visión clara. La inversión inicial fue considerable, sí, pero los beneficios han sido enormes: el regreso de la fauna, la mejora de la calidad del aire y del agua, y, sobre todo, la recuperación de un espacio para el disfrute ciudadano. Se consiguió financiación combinando fondos municipales con el apoyo de iniciativas europeas y, en menor medida, colaboraciones puntuales del sector privado para actividades específicas. La clave aquí fue la presión ciudadana inicial que impulsó el proyecto y la persistencia de las administraciones. Es un ejemplo perfecto de cómo un corredor ecológico no tiene por qué estar en el campo; puede ser el pulmón verde de una gran capital.

2. El Corredor Mediterráneo: Desafíos y Oportunidades en una Gran Escala

Si bien el Corredor Mediterráneo se asocia principalmente con la infraestructura ferroviaria y de transporte, su concepto ha impulsado también la creación de corredores ecológicos paralelos o conectados, vitales para la biodiversidad de una región tan fragmentada. Aquí, la financiación es de una magnitud mucho mayor, involucrando fondos europeos, nacionales y regionales, así como la colaboración público-privada. La lección aprendida es que los proyectos a gran escala requieren una planificación meticulosa, un compromiso a largo plazo y la capacidad de integrar objetivos ambientales en grandes obras de infraestructura. A menudo, los corredores ecológicos se benefician de estas macro-inversiones al ser integrados como medidas compensatorias o de mitigación ambiental, lo que, en mi opinión, es una oportunidad que debemos aprovechar al máximo.

Tecnología y Transparencia: Pilares de la Financiación Futura

El futuro de la financiación en proyectos de sostenibilidad pasa, sin duda, por la tecnología. Cuando pensamos en cuánto dinero se invierte, la necesidad de transparencia y eficiencia es incuestionable. Y aquí es donde herramientas como el big data y la inteligencia artificial, que antes parecían cosa de ciencia ficción, se vuelven nuestros mejores aliados. Me entusiasma pensar en cómo la innovación nos permite ser más efectivos y responsables con cada euro invertido.

1. Big Data y la Optimización de la Inversión en Biodiversidad

Imagina poder analizar millones de datos sobre patrones de migración de especies, calidad del suelo, uso del agua y crecimiento de la vegetación para determinar la ubicación óptima de un corredor ecológico. Esto ya no es ciencia ficción. Gracias al big data, podemos predecir con mayor precisión dónde una inversión tendrá el mayor impacto ecológico y, por ende, el mayor retorno de valor. Recuerdo haber visto presentaciones de urbanistas que, con mapas de calor y algoritmos, podían mostrar exactamente qué parcelas eran cruciales para conectar hábitats. Esto no solo ahorra dinero al evitar inversiones en zonas de bajo impacto, sino que también aumenta la confianza de los inversores, al saber que su capital se está utilizando de la manera más efectiva posible.

2. La Inteligencia Artificial y la Justificación Económica de Proyectos Verdes

La IA tiene el potencial de ir más allá de la optimización del diseño. Puede ayudarnos a cuantificar esos “intangibles” de los que hablábamos. Algoritmos avanzados pueden procesar datos sobre la salud pública, la regulación del clima, la gestión del agua y el valor de los servicios ecosistémicos para ofrecer una justificación económica sólida para la inversión en naturaleza. Esto es crucial cuando se presenta un proyecto a un ayuntamiento o a una empresa. Si podemos demostrar con datos y proyecciones el ahorro en costes sanitarios o la mejora en la calidad del aire que un corredor aportará en 10 o 20 años, la conversación cambia por completo. Es una herramienta poderosa para pasar de la intuición a la evidencia, y eso, amigos, es el lenguaje que el dinero entiende.

El Papel de la Ciudadanía y el Sector Privado

No podemos depender únicamente de las grandes instituciones o de fondos lejanos. La fuerza de estos proyectos reside, en última instancia, en la base: la ciudadanía y un sector privado comprometido. Me he dado cuenta de que, cuando la gente se siente parte de algo, la financiación y el apoyo fluyen de manera mucho más natural y sostenible. Es una sinergia maravillosa que se construye desde abajo.

1. La Conciencia Ambiental como Impulso Financiero

Cuando la sociedad comprende el valor de un corredor ecológico, no solo en términos de biodiversidad sino también por los beneficios directos para su calidad de vida, la disposición a contribuir, ya sea a través de impuestos, donaciones o voluntariado, aumenta exponencialmente. Recuerdo haber participado en jornadas de plantación de árboles en un corredor urbano, y la cantidad de familias que acudieron, cada una aportando su granito de arena, fue inspiradora. Esa conciencia colectiva no solo genera recursos directos, sino que también presiona a las administraciones públicas y a las empresas para que prioricen estas inversiones. Es un círculo virtuoso que se autoalimenta.

2. Alianzas Estratégicas y el Concepto de “Empresa Verde”

Las empresas están entendiendo que ser “verde” no es solo una etiqueta, sino una estrategia de negocio rentable y sostenible. Las alianzas entre empresas y organizaciones ambientales para la financiación de corredores ecológicos son cada vez más comunes. No hablamos solo de donaciones puntuales, sino de colaboraciones a largo plazo donde la empresa integra el proyecto en su cadena de valor o en su estrategia de marca. Por ejemplo, una empresa de agua podría invertir en la restauración de una cuenca fluvial que alimenta su suministro, asegurando la calidad del recurso a largo plazo. O una compañía de ecoturismo podría financiar la mejora de senderos en un corredor, sabiendo que atraerá a más visitantes. Estas alianzas no solo traen dinero, sino también experiencia, recursos humanos y, lo que es vital, visibilidad para el proyecto.

Desafíos y Barreras en la Materialización de Proyectos

A pesar de todo el optimismo y las innovaciones, sería ingenuo pensar que el camino es siempre fácil. La realidad es que la construcción y mantenimiento de corredores ecológicos enfrenta una serie de desafíos significativos, especialmente en el ámbito financiero. Como en cualquier inversión a gran escala, existen obstáculos que requieren de una planificación y una voluntad política considerables para ser superados. No siempre es cuestión de tener el dinero, sino de saber cómo desbloquearlo y gestionarlo eficazmente.

1. La Fragmentación de la Propiedad y la Burocracia Administrativa

Uno de los mayores quebraderos de cabeza es la necesidad de adquirir o negociar el uso de grandes extensiones de terreno, a menudo propiedad de múltiples particulares o instituciones. Recuerdo casos en los que la negociación con cientos de propietarios para un solo tramo de corredor se extendió durante años, elevando los costes legales y administrativos. A esto se suma la complejidad burocrática en España, con diferentes niveles de administración (municipal, autonómico, estatal, europeo) que pueden tener competencias solapadas o requisitos contradictorios. La lentitud en la obtención de permisos y licencias puede desmotivar a inversores privados y ralentizar la ejecución de proyectos, lo que, a la postre, se traduce en un aumento de los costes generales. Es un verdadero laberinto administrativo que, a veces, parece diseñado para poner a prueba la paciencia de los promotores.

2. La Percepción a Corto Plazo y la Priorización de Inversiones

A pesar de todos los argumentos a favor del retorno de inversión a largo plazo, la realidad es que muchos tomadores de decisiones, especialmente en el ámbito político, operan con horizontes temporales muy cortos. Una legislatura, un ciclo económico. Es difícil justificar una inversión que no dará frutos visibles hasta dentro de 10 o 20 años cuando hay necesidades más “urgentes” y políticamente más rentables a la vista. Competir por los presupuestos con proyectos de infraestructura más tradicionales (carreteras, hospitales) que ofrecen un beneficio más inmediato y cuantificable es un reto constante. Aquí es donde la educación y la comunicación continua del valor a largo plazo se vuelven críticas, para cambiar esa mentalidad de lo inmediato por una visión de futuro más sostenible y resiliente. Es una batalla cultural tanto como económica.

글을 마치며

Como habéis visto, la financiación de los corredores ecológicos es un mosaico complejo y apasionante. Desde los pilares que representan los fondos públicos hasta la agilidad del capital privado y la fuerza imparable de la participación ciudadana, cada pieza es vital. Mi experiencia me ha enseñado que el verdadero éxito reside en la visión a largo plazo, en la capacidad de forjar alianzas inesperadas y, sobre todo, en la comprensión de que invertir en naturaleza no es un gasto, sino la inversión más inteligente para nuestro futuro y el de las próximas generaciones. El camino puede ser desafiante, sí, pero la recompensa es inmensurable.

Información útil para saber

1. La participación ciudadana es clave: Involúcrate con asociaciones locales o iniciativas de voluntariado en tu comunidad para apoyar la creación o mantenimiento de corredores ecológicos. Tu tiempo y esfuerzo son una forma valiosa de financiación.

2. Busca información sobre fondos europeos: Programas como LIFE (Instrumento Financiero para el Medio Ambiente) o los Fondos Next Generation EU suelen lanzar convocatorias para proyectos de infraestructura verde. Estar al tanto es crucial para las organizaciones.

3. Considera el valor a largo plazo: Los beneficios de un corredor ecológico, como la mejora de la calidad del aire, la reducción de inundaciones o el fomento de la salud mental, generan un ahorro económico considerable a futuro, aunque no sean obvios a primera vista.

4. Explora opciones de crowdfunding ambiental: Cada vez más plataformas permiten donar pequeñas cantidades a proyectos de reforestación, restauración de hábitats o creación de espacios verdes urbanos. ¡Es una forma directa de ver tu impacto!

5. Fomenta alianzas público-privadas: Si eres parte de una empresa, investiga cómo tu organización puede colaborar con administraciones públicas o ONGs en proyectos de corredores. La responsabilidad social corporativa es una vía potente de financiación.

Resumen de puntos clave

La financiación de los corredores ecológicos se basa en una diversificación de fuentes, incluyendo fondos públicos, capital privado (bonos verdes, inversión de impacto) y participación ciudadana (crowdfunding, mecenazgo).

Estos proyectos ofrecen un valor multidimensional, con retornos ecológicos (servicios ecosistémicos), sociales (salud, cohesión comunitaria) y económicos indirectos (valor inmobiliario, reducción de costes sanitarios).

La tecnología, como el Big Data y la Inteligencia Artificial, es fundamental para optimizar la inversión y justificar económicamente los proyectos verdes con datos concretos.

La conciencia ambiental ciudadana y las alianzas estratégicas con empresas son motores cruciales para impulsar la financiación y la sostenibilidad a largo plazo de estos corredores.

A pesar de los avances, persisten desafíos como la fragmentación de la propiedad, la burocracia administrativa y la priorización de inversiones a corto plazo, que requieren una planificación rigurosa y un fuerte compromiso político y social.

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: Sobre la financiación de los corredores ecológicos, ¿cuáles son las fuentes más comunes y cómo está evolucionando la tendencia?

R: Mi experiencia me ha enseñado que rara vez se depende de una única fuente. Hoy por hoy, la clave está en los modelos híbridos: una mezcla de fondos públicos —pensemos en esas subvenciones europeas o nacionales, como los Fondos Next Generation EU en España, que están dando un empujón brutal a proyectos verdes— junto con una participación cada vez mayor del sector privado.
Es una maravilla ver cómo los ‘bonos verdes’ o la ‘inversión de impacto’ están captando el interés de inversores que no solo buscan ganar dinero, sino también generar un bien para el planeta.
Realmente, se está abriendo un abanico de posibilidades financieras que antes no existía, y eso, sinceramente, me da una gran esperanza para el futuro de la sostenibilidad.

P: Si la inversión inicial es tan alta, ¿cómo se justifica el gasto a las instituciones o a la sociedad en general? ¿Cuál es el mayor escollo en este proceso?

R: Uff, esa es la pregunta del millón y, sinceramente, es el nudo gordiano de muchos proyectos. Como bien se menciona, el mayor desafío es cuantificar ese retorno de inversión que es tan intangible.
¿Cómo le pones un número a la purificación del aire o a la tranquilidad de ver la fauna silvestre en su hábitat? Recuerdo perfectamente a ese urbanista que me decía: “Al final, convencer a un ayuntamiento o a una empresa de invertir millones hoy para evitar problemas mucho mayores mañana por la pérdida de servicios naturales…
eso es pura visión.” Es decir, la clave está en una educación constante y en comunicar, no solo los beneficios ecológicos, que son obvios y preciosos, sino también los económicos, directos e indirectos.
Ahí es donde entra la tecnología, como el big data o la IA, para predecir esos beneficios y hacer la inversión más atractiva y eficiente. ¡Es un rompecabezas fascinante de resolver!

P: Más allá de la protección de la biodiversidad, ¿qué otros servicios o beneficios directos e indirectos aportan los corredores ecológicos, especialmente en entornos urbanos?

R: ¡Ah, esta es mi parte favorita! Es que tendemos a verlos solo como vías para que los animales se muevan, pero su impacto va mucho más allá, sobre todo en nuestras ciudades.
Cuando miro hacia el futuro, veo cómo estos corredores se integrarán en la infraestructura urbana inteligente, y su valor se cuantificará de muchísimas maneras.
Pensemos en los ‘servicios ecosistémicos’: son auténticos pulmones que purifican el aire que respiramos, actúan como esponjas naturales para gestionar el agua de lluvia, reduciendo inundaciones, y sí, hasta mejoran nuestro bienestar físico y mental.
¿Y sabes qué? Eso, a la larga, ¡puede incluso reducir costes sanitarios! Ver a la gente pasear, hacer deporte, o simplemente disfrutar de un espacio verde en medio de la ciudad…
ese valor intangible es, para mí, incalculable y fundamental para una vida urbana de calidad. No es un lujo, ¡es una necesidad inteligente!